jueves, 21 de julio de 2011

Nuestra Odisea en busca de la tierra prometida a los hijos de Dios.

Muisne, la tierra donde fluye  la leche y la miel (nunca faltó el alimento).- Una vez confirmado que nuestra querida tía  Silvia, claro con la venia de su  esposo Don Guillermo Célleri, nos darían su apoyo para ir a la paradisíaca isla de Muisne, preparamos nuestros enseres para tomar rumbo a Manta, desde donde nos trasladaríamos en barcos mercantes hasta el puerto de Esmeraldas, en una travesía que duraba 18 largas horas en un mar embravecido, que muchas veces tuvimos que devolver nuestros alimentos por el fuerte mareo de que fuimos víctimas todos los más pequeños.

Situación difícil para un navegante de rió, ya que éramos muy hábiles en las balsas de caña y en nadar en el rió medio crecido, pero al llegar al mar por primera vez, que cambio radical, a uno le daban nauseas por el olor fuerte a marisco producto del anti-técnico faenamiento de la pesca diaria, ya en esos tiempos Manta era un puerto pesquero de gran escala
               
Mamá amaba todos sus recuerdos y nuestro cargamento era grande, había un cajón grande de pino venido del exterior, que mami llenó de revistas de todo tipo, que se conservaron hasta el día de su muerte en el año 1983 (Dic-12), en que en dos piras tuvimos que quemar todos esos recuerdos de nuestra infancia. (Pues ya nadie quería seguir conservando viejas selecciones sin portadas, algunas comenzaban en la página 20, por su deterioro.

En Manta no había muelles y para embarcarnos con nuestra pesada carga, usamos unos pequeños botes, que en varios viajes nos fuimos acomodando en el abarrotado navío,  el Motovelero “5 de Agosto” un  viejo barco de madera de unos 25 metros de largo por 8 de ancho venía desde Guayaquil, lleno de toda clase de mercaderías, ya que por la carencia de carreteras, toda la comercialización a esmeraldas, se la hacía por la vía marítima, Fue horrorosa la travesía hasta Esmeraldas, en 1952, no había muelles y todos los barcos, grandes o pequeños, nacionales o internacionales anclaban en la llamada poza a unos 800 metros de tierra firme.

Ahí en ese lugar y con el constante meneaito (bailoteo de las olas), estuvimos varias horas hasta poder contactar un barco más pequeño que hiciera la travesía hasta la isla de Muisne. Luego de conseguir cupo en uno de esos pequeños barcos en los cuales con dificultad logramos trasladar nuestros enseres con el vaivén de las olas y luego partir hacia nuestro destino, en un trayecto de 6 horas de viaje, de regreso nuevamente hacia sur, desde donde habíamos venido.

Todo mundo mareado deseando llegar cuanto antes a tierra firme, mas de 34 horas en el mar para unos niños montañeses, era un martirio, no me olvidaré nunca, las veces que vomité donde podía, porque en movimiento del barco no permitía, ni siquiera acercarse a la borda del navío, por el riesgo que se corría de caerse el agua.


Vista satelital de Muisne, Relleno, ría. playa  2010
Llegando a la cercanía de la isla, frente a la desembocadura del rió Bunche, se forma una pequeña canal, la cual se mueve constantemente, por el ir y venir de las olas de las mareas, y de las corrientes del rió, lo  que hacía muy temible el ingresar a la ría de aguas serenas ya al interior de la isla, pasamos algunos sustos por las enormes olas que impulsan como cascarillas secas de café a los barcos que intentan ingresar a este lugar llamado la boca de Muisne, luego de varios años comprendimos el porqué de su fama, ya que en sus cambiantes bancos de arena muchos barcos encallaron haciéndose pedazos. Por tal razón los marineros van midiendo la profundidad con una sonda, una vez encontradas las condiciones apropiadas a toda marcha para ganarle a las 3 grandes olas que hay que soportar hasta llegar aguas serenas.

Gracias a las pericias de los marineros y de su piloto y capitán, sorteamos con éxito esta peligrosa entrada.
Muisne parte norte de la isla , boca de Bunche, en marea baja, se ven los bancos de arena que torna peligrosa la entrada a la ría.
Luego de 10 minutos de tranquilo navegar por el manso brazo de mar, llegamos al muelle donde mucha gente esperaba la carga y pasajeros.

Descargamos nuestra carga de enseres y nos ubicamos en un departamento de la Familia Mera Santos muy cerca del muelle y recibimos la bienvenida de nuestra tía y primos que nos estaban esperando.
Como vi a Muisne a mi llegada a la isla en  1952

               
La isla Bonita.- Todo asustado por el cambio de ambiente y con los efectos del cansancio y debilidad por el largo y tedioso viaje, no pudimos apreciar de inmediato la belleza de la isla.

Muisne es una isla de unos 10 kilómetros de largo por 2 de ancho, ubicada en el sur oeste de la provincia de esmeraldas, entre el cabo de San Francisco y la Punta Portete. Su playa es plana y de una arena muy fina y compacta que hasta sirvió de campo de aterrizaje para avionetas de la CIA Cedta que hacia sus viajes semanales a la isla. Su oleaje no es tan fuerte que permite disfrutar de la calidez de sus aguas, no existe peligro de piedras o acumulaciones de ostiones o similares, sus aguas a más de calidez son cristalinas, toda su extensión estaba cubierta con plantaciones de cocoteros que daban una fisonomía hermosa y homogénea, no existen elevaciones y en la parte interna de la ría estaba cubierta de un extenso bosque de manglares donde se hospedaban y desarrollaban decenas de especies bioacuáticas.

La ría o canal interior recibía las aguas de los Ríos Muisne, y repartidero, rió Vilsa Estero Tortuga,

La isla de Muisne tiene dos bocas (canal de entrada) para tener acceso a el canal interior y llegar al puerto o muelle de pueblo que estaba ubicado en la parte norte de la isla, la del sur llamada boca de las Manchas por el poblado que estaba en su extremo, y el del norte o boca de Bunche por el poblado y el rió de su mismo nombre que esta junto a ella. La más usada por las embarcaciones era la de Bunche, mientras que la de las manchas era un poco más peligrosa por sus enormes bajos de arenas que se extendían muy afuera de la playa, y era usada por las lanchas pequeñas.

En la isla existían grandes plantaciones de cocoteros, caña de azúcar, pastos, y sembrados naturales de guabas, guayabas, pomarrosas, que eran disputados por los niños y adolescentes que diariamente recorrían los matorrales en busca de estas apetecidas frutas

Salida al mar en la parte Sur,  Boca de las Manchas

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