Después de la escuela a trabajar.
Por el año 1959, con 14 años de edad y no existiendo la posibilidad por nuestra pobreza de salir a las grandes ciudades a estudiar, no quedó otra opción que dedicarnos a trabajar en lo que fuera para ayudar en los gastos de la casa.
Nuestra madre era muy comprensiva y cariñosa: lo que ganábamos trabajando y le entregábamos a ella para que dispusiera en los gastos de casa, nos decía “esto lo han ganado con vuestro esfuerzo, se quedaba con una porción pequeña de dinero y nos decía que aprendamos a ahorrar y fomentar el negocio”
Ya egresados de la escuela, emprendimos con mi hermano Rafael, todo tipo de actividad que nos generara algún ingreso para poder ayudar en los gastos de casa a mamá.
De lunes a viernes vendíamos panes y rosquitas de manteca, solo en las tardes que salía el pan calientito. Lustrábamos zapatos en el centro del pueblo los días sábados en que todos los mayores solían vestirse para ir a los salones de baile que eran muy concurridos, ya sea en la Punta o Barrio América, en el Barrio San Pedro que existían 2 o tres salones y en Santo Rosa que también habían 3 y hasta 4 salones que se llenaban en su totalidad y muchos curiosos miraban las acrobacias de los bailarines. Nos disputábamos las mejores esquinas, por lo que había que madrugar, entre los rivales lustrabotas, estaban Cesáreo Reyna Hidalgo(dueño de la Casa Blanca), Segundo Rodríguez, Pancho Santana, Jacinto Ortiz (Papaíto) un compañero de 4to. año, Iniciamos luego con la venta de cigarrillo, chicles y caramelos en un charolito de madera con pequeños compartimientos donde ubicábamos todos los confites, algunas veces don Pepe Tello nos dejaba entrar al Cine, pero pagando boleto para vender nuestros productos; nos iba muy bien sobre todo en los días de embarque de banano. Los mayores compraban solo por cajetillas de los cigarrillos de moda en esa época (Lucky Strike, Philips Morris, Pall Mall,Camell, Marboro, Chesterfield, Kool y otras marcas norteamericanos).
Algunos de los cigarrillos que se vendían por los años 50 y 60 |
En estos años había mucho circulante, la producción de banano era excelente por el clima húmedo de la zona, y casi todo el mundo tenía ingresos con que satisfacer sus necesidades. Las monedas que circulaban eran los centavitos, reales, pesetas, cinqueñas y el sucre metálico, a más de los billetes de 1, 5,10, 20, 50 y 100 sucres.
El que tenía sus posibilidades brindaba con buen Wisky escocés, legitimo (faja negra), no se escuchaba que falsificaran los licores nobles, ya que estos venían directo de a bordo de los grandes buques bananeros.
En las fiestas populares de los fines de semana se brindaba con aguardiente embotellado mezclado con colas.
Los confites más populares eran: Caramelos Leche y miel, menta glacial, bombolina, delicia, rellenos de sabores a frutas, huevitos de chocolate, todos estos de la fabrica “La Universal” de Guayaquil, había otros productos como chiclets Adams de menta y sabores. Alguien le recomendó a mi hermano Rafael que en Portoviejo había un almacén de confites de la Universal, que a más de sus productos tenían otros de otras marcas nacionales y extranjeros muy llamativos en sus empaques multicolor. Mi hermano hizo el primer viaje y vino con un cartoncito lleno de una variedad de productos que fue una gran novedad entre los muchachos de la época. Yo también realice algunos viajes en busca de las deliciosas golosinas.
Algunos de los confites que se vendían por los años 50 y 60 |
En ésta parte tengo que dejar sentado mis imperecederos agradecimientos a Don Nilo Mera Endara, Armador de los motoveleros “Santa Beatriz” y “Don Roberto” le hablamos que si nos podía llevar y nos dió vía libre, similar agradecimiento a su hijo Augusto Mera Santos, contador del buque, se portaron como verdaderos filántropos, no solo con nosotros, sino con muchas personas.
“Las personas nobles de buen corazón no acumularan gran riqueza material, pero ganarán algo más precioso que el aprecio y reconocimiento de quienes han servido”
En uno de estos viajes me pasó una anécdota que luego contaré con más detalles, que por motivos de lluvias en la zona de la cresta el camión que me traía desde Portoviejo a Bahía no pudo avanzar, me perdí de regresar a Muisne en el barco “Santa Beatriz”, quedándome varado en Bahía por largos y penosos 15 días fuera de mi hogar, hasta que regresó otro barco de Muisne y puede regresar a mi casa, donde mi madre y hermanos estaban tan angustiados. (en esa época las comunicaciones era deficientes) La telegrafía era el medio más idóneo para mensajes de emergencia.
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